
En mi silencio desesperar; apesadumbrado
retiro hasta mis más humildes miradas
Diría que mi alma llora, a cada vez,
que tu aliento golpea mi tristeza,
abanicada en el arco iris de tus pupilas
jugueteando en la penumbra de mis ojos,
casi esgrimiendo puntadas certeras de dolor,
sembrando ínfimas lágrimas abreviadas
que enternecen hasta el mal que tú acometes
sin acopio… sin esfuerzo… y se que nace de ti;
en la oscuridad de tus pensamientos.
Pero yo un plebeyo sigo amándote
en mi silencio desesperar; apesadumbrado
retiro hasta mis más humildes miradas
para que tu desprecio, y tu desdén;
ya no agobie a mi amor desorientado,
quien huye cual guerrero herido
por armas punzantes, tus ojos… tus miradas…
Que gravemente matan mis alegrías juntas
en un maleficio; despistadas casi moribundas
mis penas…humedecidas en un hechizo de luna;
llevando quejas de mi corazón desfallecido por ti.

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